05 mayo, 2005

No se ruega invitación (o esto es lo que hay, ay, ay, ay)

¿Por qué esta weblog? Si nos paramos a pensar un momento, todo lo hacemos para que nos quieran, para espantar a la muerte y para darnos aires, pero como no pretendo aburrir con vacuos apuntes de pretendida sustancialidad reflexiva hasta mi segunda entrada, diré que la primera asociación no gastronómica del tándem Monty-Lozzy nace básicamente para aburrir (¿a quién puede interesarle o prestar un mínimo de atención a lo que podamos exprimir de la aletargada neurona que sumamos entre los dos?) y tocar las narices (¿qué hay más bonito que polemizar, llevar la contraria, decir no cuando se piensa sí porque el otro ha dicho sí y no vamos a concederle el privilegio de tener razón?), y sólo tangencialmente para compartir experiencias de variado pelaje y sensaciones de meteorología variable que os ayuden a crecer como seres humanos y encarar lo poco que nos queda por vivir con algo más de calma e ilusión. Para confirmar el apunte anterior de que uno siempre anda dándoselas de listo y para desmentir que fuera a esperar al siguiente mensaje para lanzar pedanterías soltaré que, leyendo ayer los sensacionales diarios de Gombrowitzc, me topé con los siguientes apuntes que expresan con brillantez cómo veo yo esta caja de resonancia hueca y sorda que hoy empieza a emitir sus primeros berrinches postparto: "¿Qué sabréis del triunfo que permite gozar de la propia inmadurez y es al mismo tiempo su liberación y superación? Asimismo, acaso conocéis la divina sensación de contraponer a los valores brutales de la vida (como la salud, la razón, el carácter) aquellos valores ficticios, aristócratas, sacados de la nada inmadura, cuya única importancia consiste en el hecho de que sean un puro juego de jerarquías y valorizaciones? ¿Sabéis, por otra parte, qué quiere decir defender la propia realidad tal cual es, a pesar de todas las protestas de la razón? ¿Conocéis la locura de regodearse en el absurdo? (...) (Sobre los poetas) No te dejes arrastrar al juego que consiste en que ellos "cantan" mientras tú admiras. Revisa tus lugares comunes. A veces ocurre que admiramos porque nos hemos acostumbrado a admirar y también porque no queremos aguar nuestra fiesta. A veces admiramos por delicadeza, para no causar un disgusto. Por si acaso aconsejo; golpeémosles fuerte a ver si caen. Y ese golpe, posiblemente, liberará en nosotros el presente y nos dará la clave del futuro. ¡Estúpidos! ¿Por qué permitís que la historia os imponga los poetas? Sois vosotros mismos los que debéis crearlos, a ellos y a la historia". Gracias por su visita y esperamos tenerlos, en breve, de nuevo a bordo.