20 septiembre, 2005

Amiga vía satélite


Cuando mi amiga canadiense me contó que sus padres la bautizaron a partir de un satélite que su país lanzó el año de su nacimiento me pareció encantador pero, pensándolo un momento, sólo porque su nombre lo es, ya que por la tundra siberiana correrá algún adulto Sputnik (y por Tulsa un Apollo) al que no le hará mucha gracia la ascendencia del espacio exterior sobre su persona. El pasado 9 de septiembre la compañía Telesat disparó desde Kazajastán –a las 3:53 hora local- el satélite que hace dieciséis de su carrera, ocasión para la que recuperó el nombre, añadiéndole una R al final. La buena noticia es que el slalom interestelar del Anik F1R pretende mejorar el sistema de posicionamiento global para que la flota aeronáutica de Canadá y Estados Unidos se deslice por el espacio aéreo de Canadá y Estados Unidos como un niño vitalista que atraviesa en calcetines de tenis el pasillo recién encerado de casa, misión que casa muy bien con la personalidad de la susodicha, ya que lo que a primera vista aparenta un carácter fuerte y serio como un costosísimo proyecto galáctico para revelarse al poco como otra fórmula de ejercer de benefactora de la humanidad (por lo meos de los que la rodean). La mala noticia es que la estimación de vida del satélite se sitúa en torno a los 15 años.