10 octubre, 2005

Declaraciones del siempre lúcido Javier Marías, inoculado con algo tan infrecuente como es la necesidad de ir a contracorriente del generalizado aborregamiento mental:

"Se considera que amar es algo muy bueno en sí mismo. Hay la idea casi
universalmente aceptada de que amar es lo mejor que le puede pasar a nadie.
Esto es muy relativo. Amar no es ningún mérito. No es en sí mismo ni bueno
ni malo, puede ser estupendo y puede ser un horror. Otra cosa para mí muy
negativa y casi universalmente aceptada es que el sufrimiento en sí misno
tiene mérito. La palabra mérito no es la adecuada. El sufrimiento puede ser
digno de compasión, pero mérito en sí mismo no tiene."

"De joven, a veces, uno hace grandes tragedias de lo que le sucede, cuando
lo que le sucede no tiene gran importancia visto desde un punto de vista de
mayor experiencia. Cuando mayor se es, más se aprecia la gravedad de las
cosas que son verdaderamente graves. Se tiene más sensación de cierta falta
de remedio posible, de falta de tiempo para enmendarlas, mientras que en la
juventud siempre se piensa que puede haber un tiempo mejor, que puede haber
un país mejor."

"Ahora tengo la sensación de que no solamente no se avergüenza nadie de ser
ignorante, sino que incluso se enorgullece de serlo –hablo siempre en
términos muy amplios y muy generales y desde mi punto de vista, claro. Y
están tan satisfechos. Esa cosa muy española de: "Pues sí, no sé eso, ¿y
que?", "y además no sé escribir, ¿y qué?, "Y además no sé leer, ¿qué pasa?"

"Las personas muertas que yo realmente echo de menos –para decirlo
simplemente, "mis muertos" entre comillas- los tengo en la cabeza
permanentemente. No pasa día en que no me acuerde en algún momento, por
algún pequeño motivo y con toda naturalidad, de ellos. El hecho de que no
los vea, en algunos casos, desde hace ya mucho años, no significa que no
estén presentes en mi vida. Estuvieron presentes en mi vida con intensidad
durante suficiente tiempo como para que siga siendo así."