03 diciembre, 2005

Y en la vega del Genil, yeah

Para que no se diga que sólo aquí los compañeros acuden a conciertos molones y asisten a sesudas charlas con escritores, voy a exponer mis dos últimas experiencias con el mundo de la cultura de ahí fuera, que han sido, por decir algo, bastante iluminadoras. Han sido bastante raras, también, pero es que no siempre puede una acertar en la búsqueda incansable del próximo hype…

Primero la menor: un concierto de una cosa llamada El hijo (piano, batería jazzística y guitarra) en las antiguas cocheras de la Pedrera el pasado jueves. El cantante de la banda, cuya voz recordaba poderosamente a la de José Luis Perales cuando se ponía tierno, anunció la próxima salida al mercado del primer EP del grupo, cuando yo ni siquiera sabía que existiera algo distinto al LP. El término se me hizo familiar poco después, cuando, tras tres canciones propias y dos versiones, se acabó el concierto.

Pero lo mejor tuvo lugar ayer, en Kosmópolis: acudimos a la charla que daba Quim Monzó sobre la geografía literaria del Raval (vale, sí, una tarde aburrida) y, tras acabar, descubrimos que en el mismo escenario estaba a punto de empezar una especie de OT para improvisadores de hip-hop, o de rap, que desconozco la diferencia, llamado Buscando al MC definitivo (pronúnciense las siglas en inglés, por favor), primera eliminatoria. Quisimos quedarnos sólo un rato… pero era demasiado fascinante.

Uh, uh, yeah, yeah, yeah,
Soy de Castefa tío
Soy el puto amo del bar
Cuando vienen los colegas
Nos ponemos a privar
Yeah

Y así un ripio tras otro, porque no se me ocurre otra palabra para describir unos versos sólo a la altura de un poema infumable de Zorrilla que me hicieron memorizar con seis años y que tenía también fragmentos de gran vuelo lírico, tipo

Y en la vega del Genil
Tengo parda fortaleza
Que será reina entre mil
Cuando encierre tu belleza
Y sobre toda la orilla
Extiendo mi señoría
Ni en Córdoba ni en Sevilla
Hay un parque como el mío

Y encima ellos improvisaban y Zorrilla no, lo que no dice mucho de Zorrilla. Los chicos, además, mostraban lo que el presentador no dejaba de llamar actitud, es decir, una gorra de béisbol sobre la cabeza y movimientos espasmódicos en los brazos. Dudo que Zorrilla tuviera nada de eso. Los improvisadores de Kosmópolis se enfrentaban entre ellos en una especie de combates de improvisación que a mí me recordaban, cómo no, a algo. En concreto, y esta es una referencia muy pedante, a los rapsodas latinos y griegos que recitaban las sagas épicas apoyándose en frases formularias que les ayudaban a memorizar. Sólo que aquí en lugar de “Atenea, la de los ojos de lechuza”, decían “De Badalona soy y molo”, pero, por lo demás, clavado.

Me pareció muy tierno todo el asunto del concurso. Además de muy divertido, claro. Ellos se lo tomaban muy en serio todo el rollo de la actitud y de los yeahs y de las gorras, tan en serio que apetecía decirles uy qué monos y llevarles acto seguido a aprender los rudimentos de la rima asonante. Por cierto, la final de MC (¿qué significará eso?) el domingo a las 21.00 horas. Payo Malo, pura actitud, entre los miembros del jurado. Para rebozarse a gusto en el mar donde menos toca el sol cool. ¡Los calzados con zapatillas Converse abstenerse!