01 enero, 2006

Versión 2


Breve resumen de los mejores momentos de un viaje semicanguril:

Día 26 de diciembre.- Nos topamos por casualidad en el aeropuerto de Barcelona con MJ, que se va de vacaciones a Egipto con su marido. Justo cuando Monty empieza a charlar sobre lo improbable que resulta tropezarse con un conocido en el aeropuerto, avistamos a lo lejos a otro.

Ya en facturación, alguien de KLM se da cuenta de que el DNI de O. lleva seis meses caducado, por lo que, aunque de entrada la compañía se enrolla y le deja volar hasta Ámsterdam, nos dicen que si allí se ponen legalistas, lo deportan en cuanto pise suelo holandés. Puede que regrese a tiempo para los canelones.

Día 27 de diciembre.- Tras una noche en Smokey, nos damos de bruces con el Rijsmuseum y entramos a visitarlo, no sin que O. deguste antes el Primer Brownie del Viaje y Monty consiga que todos comprendamos cómo se hace una buena foto: el truco consiste en que la gente aparezca lo más lejos posible, como un accesorio del edificio.

Tras la primera comida en La Place, nos dirigimos a la casa de Ana Frank en medio de incesantes e injustas críticas al comportamiento de uno de los miembros del grupo, con una cierta obsesión por la casa en cuestión-¡que no tiene muebles!- y por los mapas.

Día 28 de diciembre.- Se incorpora Lozzy y lo celebramos yendo de visita al Ámsterdam Arena, ante la incompresión popular. Pero y lo bien que se lo pasaron imitando a Cruyff…

Segunda comida en La Place e intento de llegar al museo Van Gogh que se salda con una partida de dados de cuatro horas en el coffeshop que se convertirá en domicilio fijo del grupito: la casa del Trenzas y del Proxeneta.

Día 29 de diciembre.- No sin dificultades, localizamos una empresa de alquiler de coches en la que por 98 euros un supuesto puertorriqueño ignora que nos hemos estado burlando de su jefe durante un ratillo y nos presta un vehículo en el que vamos más bien hacinados. Por no hablar del precioso tiempo que se pierde y no vuelve más cada vez que nos ponemos y sacamos abrigos, bufandas, gorros y guantes.

Pilotos y copilotos merecen un capítulo aparte que deberían escribir ellos, ya que al grito de ¡perdámonos! nos llevaron a Marken, Volendam y Edam pasando por Haarlem, lo que es difícil, y también por una playa nevada (preciosa) situada en el otro extremo de la costa…

Ya que estábamos, nos fuimos a Utrecht, básicamente a comprar unos dados y un cubilete.

Día 30 de diciembre.- Lozzy nos dejó y llenamos su ausencia con el museo Van Gogh, tras lo que conseguimos comer en una de las tres cafeterías monas que oh casualidad estaban de camino a nuestro coffeshop de cabecera. Y como se puso a nevar, nos quedamos el resto del día allí, perfeccionando el juego de muñeca.

Día 31 de diciembre.- El ascenso de las temperaturas permitió una visita fugaz a Beguinhof, tras lo que decidimos tomarnos el resto del día libre para compras. Varios imanes en forma de molino después, tomamos nuestra tercera comida en La Place y dimos un laaaargo paseo bajo la lluvia, con paradas en cafeterías seleccionadas, durante el que descubrimos la zona más turística y decadente de Ámsterdam, barrio rojo incluido.

Por la noche un tailandés nos puso tanto picante en la cena que nos obligó a beber tres botellas de vino blanco, a traición. Y sólo eran las ocho de la tarde. Al llegar a las campanadas engullimos seis uvas cada uno, muy a nuestro aire, en medio de una especie de noche de San Juan más espectacular que ruidosa, y luego nos metimos en un bar-discoteca para la ocasión- en el que, por improbable que parezca, I. se encontró con un amigo de Gavà.

Tras un episodio con las bandas locales, decidimos retirarnos cantando Happy New Year, de ABBA, y dormir unas horitas al menos antes del vuelo de regreso de esta mañana, que nos ha dejado en casa a tiempo para los postres de la comida de Año Nuevo, aunque más de uno se ha escaqueado…