02 febrero, 2006

Fuck You Fucking Liar


La normalidad es una aberración y la extrañeza es la norma. A la vuelta de cada esquina acontecen sucesos que insistimos en bautizar como sorprendentes y curiosos cuando son de lo más natural, dado que la vida consiste en una mutante sustancia líquida que cambia de forma y de curso a cada instante.
Un par de horas después de aterrizar de Nueva York enchufo el ipod de camino al trabajo y la opción de selección aleatoria tiene a bien brindarme como primera canción "New York Was Great" de The Raveonettes, una forma tan llana como precisa de valorar el conjunto de la estancia. Al llegar a la redacción, me salta a la vista un ejemplar de The New Yorker que reposa sobre mi mesa. Al bajar al archivo el primer libro que abro es Biografía del hambre de Amélie Northomb, azarosamente por la página 86, topándome con la siguiente frase: "Así pues, para mi octavo cumpleaños me encontré con el más fantástico de los regalos: Nueva York".
Y hablando de la Gran Manzana mi primera (y frustrada) entrevista ahí debía ser con Nicole Krauss en el barrio de Park Slope dentro del condado de Brooklyn, el mismo al que había acudido cuatro años antes para hacer lo propio con Paul Auster. Pero la cosa no acaba aquí, pues resulta que llega a mis oídos que desde el comedor de la vivienda de Krauss puede verse el recibidor de la casa del autor de Leviatán.
Que la existencia es una sucesión de momentos absurdos, irónicos y desconcertantes sobrevuela gran parte de la conversación que mantengo con la fantásticamente perversa A.M. Homes, alguien que -natural de Washington- vio de niña cómo el hijo de un congresista vecino le robaba la bicicleta y la policía no podía hacer nada ya que el papá del ladronzuelo gozaba de inmunidad diplomática. Al comentarle que el día anterior un taxista me había despedido con un "Fuck You" tras rechazar su exigencia de darle una propina de ¡cinco dólares! por, según sus palabras, "haberte llevado sano y salvo a tu destino", ella contraataca con otro "Fuck You", el que le dio un niño que se acercó a su coche en un semáforo en una carretera nevada y desierta del Medio Oeste a preguntarle a qué se dedicaba y, tras recibir el consiguiente "soy escritora", no contento con la respuesta le espetó entre dientes "Fuck you fucking liar", segundos antes de que Homes saliera disparada. Raro, todo raro. Normal, todo jodidamente normal.