28 julio, 2006

Lo real es lo más surreal

El mejor surrealismo no tiene una manifestación onírica o es convocado por el consumo de sustancias alucinógenas. No. El mejor surrealismo sale de día, se emborracha cuando se hace oscuro, te da codazos en cuanto pones un pie en la calle, está en la cola del super y en las legañas del vecino. Anteayer en una agencia de viajes me comentaron casos de denuncias a la misma, incluyendo exigencia de responsabilidades por mal tiempo en un destino caribeño, por un frustrado avistamiento de ballenas en un destino frío y por embarazo no deseado, sí, sí, han oído bien: al cancelarse un viaje, la señora que tenía que ir con un amiga finalmente se quedó con su marido currante en la ciudad y se pusieron a reproducir la especie sin querer, culpando del éxito de la empresa a la agencia. Ayer, a la salida de un bar a las tres de la madrugada, una mujer con un índice de alcoholemia tan disparado que de conducir le habrían arrancado de cuajo los puntos de veintinco carnets, y que había mostrado en el interior del local una fijación enfermiza por pellizcar las nalgas de un amigo, nos familiarizó a un grupito de personas con el índice de calidad de los huevos de gallina a partir de una referencia numérica grabada en estos que a todos nos había pasado inadvertida, nos previno contra las mondas de naranja bañadas en mercurio y nos invitó encarecidamente a ingerir algas. Pero es que horas antes, el mismo amigo del culo imán, nos había hecho saltar las lágrimas con el relato del pique entre el transportista / tunero Manolo y un saltimbanqui en un local cool de Drassanes.
¿Qué sentido tiene la ficción?