09 febrero, 2007

Parte/Conjunto/Todo





Los autistas, como los animales, descomponen la realidad en fragmentos, despiezan el entorno en elementos concretos, priorizan el detalle sobre el conjunto. Frente a un árbol, lo primero que detectan es una de sus ramas. Al mostrarles un vehículo, se fijarán en una rueda o en el volante. El resto operamos en sentido inverso, nos hacemos una instantánea composición global y sólo luego atendemos a las particulariedades. Pero existe un tercer grupo de personas, muy minoritario. Y es el de los condenados a ver ambas cosas a la vez. Están rematadamente solos en el mundo porque absorber a un tiempo el todo y la parte, amén de un ejercicio agotador, supone asomarse a la simplicidad última y al aburrido orden troncal con el que opera a nivel profundo la vida. Además, quedan privados del tan costoso como gratificante proceso de establecer alianzas entre puntos en apariencia inconexos que es una de los más poderosos impulsos finales de la creatividad. Sin embargo, en algún momento todos hemos tenido un atisbo de esta terrible facultad. Como dejó escrito Jules Renard: "Hay sitios y horas en que uno está tan solo que ve el mundo entero".