02 abril, 2007

500 millones de pesetas en cosas...


El salto al largo, esa expresión que los directores curtidos en mil y una minibatallas, los saltadores en cuestión, odian cordialmente, nos ha permitido descubrir los estimulantes universos creativos de cineastas con mucho que contar. Rodrigo Cortés es uno de ellos: ya en el modélico corto “15 días” revelaba su espídico sentido del ritmo, una frenética estructura narrativa que en “Concursante”, su primera película de larga duración, es la reina de la función. Y es que Cortés plantea la odisea de Martín Circo Martín, ganador del mayor premio de la historia de la televisión, como un trepidante “Si lo sé no vengo”, un descenso a los infiernos del que hace partícipe al espectador, como aquellos sufridores del “1, 2, 3... responda otra vez”: interpelaciones a cámara del protagonista, montaje sincopado, saltos temporales, arriba y abajo, atrás y adelante, montaña rusa. Visualmente poderoso, el film explota con abundantes recursos una trama-burbuja que, explicada de otro modo, hubiera pinchado a las primeras de cambio. Mérito del director, que hasta se permite la wilderiana licencia de relatar la trama desde la voz de un muerto. “Concursante” tampoco sería lo que es sin Leonardo Sbaraglia. Sobre sus hombros reposa y el argentino se luce en un tour de force merecedor de premios que no le den tantos disgustos.

(Ja sé que l'autocita no és massa elegant, però ni que sigui per pillar algun espectador al vol per la peli... Crítica publicada al Go Mag, març 2007)