31 octubre, 2007

Escándalo Público

Bueno, lo de escándalo es quizá un poco exagerado… Pero ahora que han pasado unos meses sí que se puede decir que el lanzamiento de Público (el periódico de Jaume Roures-Mediapro) fue un poco un timo. Por lo menos para el medio millar de incautos aspirantes a empleados del naciente periódico que nos desplazamos a Madrid para tratar de convertirnos en redactores de plantilla.

Pero empecemos por el principio… En julio apareció un misterioso anuncio en las páginas de empleo de varios periódicos que informaba del reclutamiento de 200 profesionales, entre periodistas, fotógrafos, diseñadores y demás, para montar un periódico. En ningún lugar se mencionaba a Mediapro o a Público, aunque dudo que ninguno de los que rellenamos la solicitud pudiera decir que ignoraba quién estaba detrás de todo aquello. El anuncio sólo proporcionaba una página web: www.trabajarendiario.es, en la que el sufrido aspirante tenía que rellenar páginas y más páginas con su experiencia, formación, foto, referencias y hasta textos publicados. Con toda esa información seguro que ya podrían haber hecho una buena selección de redactores, pero unas semanas más tarde llegó un email, tan misterioso como todo lo demás, en el que se informaba de la fecha de la convocatoria de unas pruebas en Madrid. Si el email llegó el miércoles, las pruebas eran el sábado, un sábado de finales de julio que supongo que pilló a más de uno tomando el sol en el Caribe. O, tratándose de periodistas, en la Costa del Sol. El caso es que pese a todo ese sábado nos reunimos unas 500 personas en Madrid. Sólo en mi turno me di cuenta de que conocía de vista o personalmente a más de una docena, todos ellos de Barcelona, periodistas (algunos de medios importantes) que habían tenido que improvisar un viaje a Madrid, con el consiguiente gasto de avión y alojamiento. El test en cuestión fue una auténtica estupidez para la que no hacía falta tanto desplazamiento. Delante de un ordenador, nos hicieron responder a ¡232! preguntas psicotécnicas, todas del estilo “cuando alguien te la juega no puedes evitar vengarte”, razonamiento al que había que responder con un verdadero o falso (al finalizar esta parte todos coincidimos en que habíamos empezado el test siendo muy buenas personas y lo habíamos acabado odiando a la humanidad). Luego había que contestar a un test de actualidad en el que teníamos exactamente 14 segundos para leer la pregunta y las tres opciones y señalar la respuesta que nos parecía antes de que el programa, implacable, pasara a la siguiente cuestión (los periféricos coincidimos en que algunas fueron demasiado localistas, como una en la que se inquiría por el porcentaje de votos con el que Esperanza Aguirre y Gallardón habían ganado la presidencia de la Comunidad de Madrid y la alcaldía de la ciudad, respectivamente). Había también una prueba de corrección, no demasiado difícil y, por último, la prueba de redacción, también con límite de tiempo.

En fin, el caso es que concluyeron las pruebas, nos dijeron que en unas semanas nos dirían algo y nos volvimos para casa. De todo esto han pasado…tres meses, y los convocados en Madrid aún seguimos esperando un simpático email que nos diga que nuestro perfil no encaja con el de la empresa.

Aunque eso da igual, lo que de verdad me indigna es que ninguna de las personas de Barcelona con las que coincidí en Madrid (y repito que eran una docena, y cualquiera les hubiera servido perfectamente) están trabajando en Público, mientras que casualmente conozco a dos personas con las que la empresa se ha puesto en contacto que ni se enteraron de la convocatoria ni enviaron el currículum ni se presentaron a las pruebas. El dedazo me parece feo, pero lo que de verdad me parece mal es que jugaran con el tiempo, el dinero y las ganas de 500 personas. ¿Cuántos de los actuales redactores de Público salieron de esas pruebas? Sospecho que entre uno y ninguno. Entonces, ¿para qué montar ese circo? Sé que no puedo acusarles, lealmente, de estafa… pero reconozco que un poco engañada sí me siento… Y que he desarrollado una cierta manía hacia el periódico, que no sólo me parece feo, malo y de baratillo, sino que espero que se convierta en un lastre financiero para Mediapro y que tenga que cerrar dentro de unos años en medio de algún terrible escándalo. Si puede ser.