29 enero, 2008

"El 8º enanito". Capítulo 28.

"Si necesitas otra prueba para convencerte de tu auténtica naturaleza puedes sacar el botón de plata que llevas en el bolsillo". Todavía aturdido por la revelación que ha convertido de un plumazo toda su vida en una gran farsa, al 8º enanito le cuesta procesar lo que le acaba de dedir el Cíclope. Vuelve a repetírselo dentro de su cabeza y sólo en este segundo momento cobra sentido. Recuerda al koala que se encontró planchando en mitad del bosque y que le entregó un botón antes de perderse brincando entre la maleza. Ahora resulta que es de plata. Si sale vivo de esta, piensa canjearlo por un trineo de última generación. La feliz visión de su flamante nuevo vehículo de fibra de vidrio y diseño aerodinámico queda segada por las palabras del Cíclope. "Zacarías
-por si te lo estás preguntando- es mi mejor amigo, aunque sería más preciso decir, mi único amigo. Tiene una obsesión por llevar toda su ropa impecablemente planchada, pero fuera de esta excentricidad es un tipo estupendo. Le pedí que, en el caso de encontrarte, te entregara el botón". Por qué le pregunta el 8º enanito, sosteniendo el objeto en cuestión entre dos dedos, contento por su inesperado valor, si bien falto de pistas acerca del motivo por el que le ha sido obsequiado.
"Acércatelo a la boca y lánzale tu aliento" le pide el Cíclope con una expresión ansiosa en el rostro, que recuerda a la de un mago que acaba de invitar a un espontáneo del público a que introduzca su mano en un sombrero de copa invertido. Intrigado, el enanito procede a cumplir con sus deseos. El botón se empaña en un instante y, en vez de recuperar su aspecto original, adquiere un color blanco roto, como si lo hubiera cubierto una apelmazada capa de azúcar glaseado. Su dueño ve su trineo convertido en astillas, reducido a cenizas, cruzando a toda velocidad por delante suyo bajo los glúteos de otro enanito eufórico.
- "Ahora ráscalo con cuidado".
La uña del 8º enanito raspa la superficie del botón, que va desprendiéndose dócilmente, al modo de la cáscara de un huevo pasado por agua. Por debajo va asomando un espejo que por fases va confiriéndole los rasgos de un cíclope. Lo que más le sorprende esta vez es que su huérfano y descomunal ojo sea de un verde clorofila.
- "Exijo una explicación" espeta con una voz en la que se entremezclan la rabia, la estupefacción y la tristeza.
- "Por supuesto, aunque te aviso que tendré que ir rápido, ya que no nos queda mucho tiempo. Todo empezó el mismo día de la Aglomeración Vermellón". (Continuará...).