24 febrero, 2010

Nina Simone


1. "Con sólo mirarte/me estremezco" escribía e.e. cummings en su más célebre poema. Si tuviera a Nina Simone delante le diría "Con sólo escucharte/me estremezco". No es admiración, placer, emoción, transmigración cósmica, corazón encogido... sino una suma de todo ello, que encuentra en el término estremecimiento la forma más ajustada de describirlo. Hace años que me su voz me sacude por dentro, creo que es prácticamente imposible oírla cantar las desgarradoras "The Other Woman" o "Love me or leave me" (I´ll rather be lonely than happy with somebody else", menuda frase) y no quedar felizmente traspuesto.

Este post ha nacido de una arrebato, tras encontrar en Youtube una perla llamada "Just Like Tom Thumb´s Blues", si bien creo que nunca estuvo mejor que en "I want some sugar in my bowl ("I could stand some loving, oh so bad") y poniendo sus portentosas cuerdas vocales al servicio del tema de Johnny Matis "The Twelfth of Never", himno al amor eterno desde su mismo título ("el 12 de nunca" fija una fecha que jamás llegará) y que escucharlo en un día cínico o sobrio puede parecer muy cursi, mientras que en uno sensible toparse con líneas como "Hold me close/ Never let me go/ I´ll love you till the poets run out of rhymes) le hacen aflorar lágrimas al rostro de uno. Encontrarlo en esa maravilla de película de Agnès Jaoui "Parlez-moi de la pluie" fue un gran momento.

2. A los ocho meses Nina Simone (seudónimo adoptado para que su madre no se enterara de los antros en los que empezó a actuar) ya tarareaba "Down by the Riveside". A los 2 y medio era capaz de tocar el órgano de una iglesia. Su carácter bravucón es legendario: en una ocasión paró en medio de una canción para hacer que echaran de la sala a un oyente parlanchín, antes de empezar su recital en el Theater Apollo de Harlem en 1961 se dirigió a la audiencia diciéndoles: "Por primera vez en sus vidas, compórtense como damas y caballeros". En una entrevista aseguró que era la reencarnación de una princesa egipcia. En otra ocasión declaró "Grabé 39 discos y me piratearon 70". Derrochaba el dinero. Se mostró muy activa con el movimiento de los derechos civiles, en gran parte por los diversos episodios racistas que sufrió a lo largo de su vida. En sus últimos años las enfermedades mentales se cebaron con ella, perdió con frecuencia los estribos en público y protagonizó episodios suicidas. Falleció en 2003 en su exilio francés. Y a todos los que vivieron para escucharla les susurró "I Put a Spell On You".